10 diciembre 2008

Entrevista a Miguel Ángel Martín: cotidianía inquietante

Por Borja Crespo (*)

Estancarse no es bueno en la carrera de un artista, aunque a algunos les funcione exprimir fórmulas. M.A. Martín es consciente de ello. Para no caer en el error de fotocopiarse a sí mismo, dio cierto giro en su trayectoria de la mano de Playlove: Donde las calles no tienen nombre, un cómic de más de 200 páginas, editado en formato libro por Rey Lear, donde retrata el lado más tormentoso de algunas relaciones de pareja, un tema al orden del día. El sexo y la violencia no aparecen de forma explícita, como suele ser habitual en las historietas de culto de este polémico autor, en un trabajo que algunos críticos han emparentado con Woody Allen. "Me encanta esa apreciación", exclama el dibujante leonés. "Con la diferencia de que él es un llorón y un parásito emocional, y yo no".

Brian the Brain, Días Felices, Kyrie, Nuevo Europeo, Snuff 2000 y Psychopathia Sexualis son algunos títulos de la cosecha Martín, que recientemente ha visto publicado por La Cúpula el recopilatorio de Bitch, serie aparecida en la última etapa de la extinta revista El Víbora. En su amplia obra ha tocado temas como la eutanasia, la xenofobia, el humor, el cómic infantil, la antiglobalización, la genética, el arte contemporáneo, la cultura hip hop, el graffiti, las modificaciones corporales, las drogas de diseño, la ciencia y tecnología... Romper con los tabúes sociales es una de sus obsesiones, pero en Playlove se atreve con una historia romántica, alejándose de sus relatos habituales, más sórdidos, aunque no abandona la ambientación aséptica y futurista.

Es el álbum más largo que has hecho. ¿Cómo fue el proceso de trabajo?

Lo escribí inicialmente como un guión de cine y luego fui improvisando la adaptación al cómic, a medida que lo dibujaba. Lo más coñazo fue entintarlo.

La narración es muy cinematográfica...

La mayoría de mis comics lo son. Este especialmente, por lo que acabo de decir. Es una de las formas de contar las cosas más simple y directa. Nunca me interesó darle vueltas a la "forma". Suelen hacerlo los dibujantes autocomplacientes y que no tienen nada que contar. No creo en el medio puro, ni me interesa.

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